Hoy en día estamos acostumbrados a las máquinas eléctricas de tatuar, sin
embargo, en los comienzos del tatuaje se utilizaban herramientas que hoy en día
nos parecerían prehistóricas.
Además, algunos tipos de tatuaje antiguo se siguen usando en cárceles o
tribus indígenas, por lo que la máquina eléctrica no es la única forma de
tatuaje que existe en la actualidad.
Los comienzos del tatuaje: agujas, palitos y huesos, casi cuatro mil años
de historia
Aunque hoy en día es algo
que sólo usan los presos o algunas tribus, el uso de palos o agujas fue la
primera forma de tatuar. Hay que pensar que en aquellos momentos no existía la
electricidad.
Hasta mediados del siglo XIX
los tatuajes se hacían, prácticamente, de la misma forma.
Los maoríes utilizaban
cinceles para crear pequeñas heridas a través de las cuales entraba la tinta en
la piel.
En otras culturas, como la
de los árabes, se usaban agujas producidas a partir de bambú o
huesos, los cuales se afilaban para poder usarse como aguja. Al ser materiales
huecos, la tinta se introducía por dentro de la aguja hasta la piel.
Lo malo de estas técnicas
era, en primer lugar, el dolor, pero también la tardanza en el proceso.
El predecesor de la máquina de tatuar, el bolígrafo eléctrico de 1875
Thomas Edison fue el creador
de este aparato que, hoy en día, se considera como el primer antepasado de la
máquina de tatuar.
Este aparato perforaba el
papel para poder crear plantillas que posibilitaran la copia de diferentes
documentos a la vez.
Seis años después de que
Thomas Edison desarrollara este bolígrafo, Samuel O´Reilly reparó en que se
podía usar para tatuar con unos sencillos cambios: un depósito de tinta y un
ajuste en la rotación.
El desarrollo de Warner en el siglo XX
El aumento del éxito que
estaban sufriendo los tatuajes propició el inicio del desarrollo de las
máquinas de tatuar.
Charles Wagner, uno de los
mejores tatuadores de ese tiempo, llevó a cabo las primeras mejoras de las
máquinas de tatuar. Añadió dos electroimanes perpendiculares a la mano del
artista. Además, se podía cambiar la aguja de forma más sencilla y permitía
regular la cantidad de tina y su estabilidad, algo que tenemos en las máquinas
de hoy en día pero que, en ese momento, fue toda una revolución.
Las protagonistas de la evolución de las máquinas de tatuar en los siglos
XX y XXI: las patentes y las mejoras
Pese a la revolución de
Wagner, las máquinas de tatuajes siguieron evolucionando hasta la actualidad,
sucediéndose patentes y mejoras casi sin tiempo a acostumbrarse.
Percy Waters cambió el
diseño de Wagner y colocó los electroimanes de forma paralela a la mano. Carol
Nightingale, por su parte, aumentó la precisión de las máquinas.
Todos estos avances
desencadenaron la llegada, en 2015, de la máquina rotativa eléctrica. Esta
máquina hacía que el tatuador no se tuviera que preocupar de nada, como un
coche automático.
Pese a su comodidad, no tuvo
mucho éxito puesto que los tatuadores preferían la versión antigua.
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